Publicaciones

¿Qué es la violencia psicológica?

Toda acción u omisión destinada a degradar o controlar las acciones, comportamientos, creencias y decisiones de otras personas por medio de cualquier conducta que implique perjuicio, afectaciones en la salud psicológica, mental, la autodeterminación, la percepción de sí mismo o el desarrollo personal. Este tipo de violencia obstaculiza el desarrollo de necesidades emocionales básicas de las niñas, niños y adolescentes, como el ser aceptada(o) y bien tratada(o) y proporcionar oportunidades para explorar el ambiente y relacionarse con personas fuera del núcleo familiar; influyendo de manera negativa en los autoesquemas (autoconcepto, autoestima, autoimagen y autoeficacia), provocando sentimientos de descalificación o humillación, en donde la agresión verbal, amenazas, intimidación, denigración, ridiculización, hacer sentir culpa, o manipulación para controlarles.

Los comportamientos repetitivos de cuidadores son interpretados por las niñas, niños o adolescentes como que no es querido(a) o amado(a) y puede presentarse a través de las siguientes manifestaciones:

  • Rechazar o humillar: Son todas las expresiones verbales y no verbales, que buscan, despreciar, denigrar, ridiculizar, discriminar, segregar, ofender, insultar, comparar negativamente o degradar.
  • Aterrorizar: Expresado por medio de amenazas de perpetrar violencia contra las niñas, niños y adolescentes, a otras personas, animales u objetos queridos por ellas y ellos.
  • Aislar: negar a la niña, niño o adolescente de forma continuada oportunidades para satisfacer sus necesidades de interactuar/comunicarse con iguales o adultos(as) dentro y fuera del entorno familiar, con la intención de agredirles, debilitar las redes de apoyo y generar dependencia.
  • Permisividad: son acciones o expresiones que permiten o fomentan conductas antisociales, delictivas o inapropiadas según el curso de vida.
  • Restringir su autonomía: coartar o impedir a la niña, niño o adolescente, alcanzar las cuotas de autonomía y participación adecuadas a su edad, promoviendo o permitiendo conductas evolutivamente inapropiadas. Incluye:

Sobreimplicación, intrusividad y/o dominaciones extremas: sobre la niña, niño o adolescente, sin permitirle expresar sus sentimientos, opiniones o deseos, lo cual puede conducir al aislamiento emocional, familiar y social.

Infantilización o parentalización: asignación del rol parental a la niña, niño o adolescente; implica inversión de roles y ausencia de límites claros. Ella o él asumen un papel de persona adulta en el que sacrifica sus propias necesidades y tareas evolutivas para satisfacer necesidades emocionales y de apoyo de sus padres.

Utilización de la niña, niño o adolescente para la materialización de los deseos no cumplidos de los(as) adultos(as): las personas adultas le involucran en actividades para cumplir sus sueños o expectativas, que no coinciden con las propias; esta forma de violencia, al estar relacionada con la restricción a la autonomía, puede ser tomada como una amenaza al derecho al libre desarrollo de la personalidad.

Sobreexigencia: es el sometimiento de la niña, niño o adolescente a una presión excesiva en cuanto a los logros a alcanzar (académicos, físicos, comportamentales, etc.), o a las responsabilidades a asumir, estando éstos claramente por encima de sus posibilidades y capacidades dada su edad y características; o, estando a su alcance, suponiéndole un estrés muy elevado y/o una grave restricción de otras necesidades o actividades propias de su estadio evolutivo. La niña, niño o adolescente puede ser castigada(o) o retirársele el afecto por no cumplir las expectativas.

Igualmente se refiere a que de forma habitual se le solicite la realización de oficios domésticos en su propio hogar o de terceros; o, el acompañamiento a sus padres o cuidadores(as) en la realización de las actividades laborales, combinado con que no asiste regularmente a la institución educativa y/o no dispone de tiempo para actividades lúdicas y descanso. Puede que estas tareas le sean asignadas fuera del horario escolar o en período festivo, implicando una limitación o restricción total o prácticamente total de su tiempo libre y de sus oportunidades de relacionarse con otros.

Subvalorar: es el menosprecio permanente a las acciones, conductas, comportamientos o aspecto de la niña, niño o adolescente; así mismo, que se evidencien relaciones de poder asimétricas basadas en el género u orientación sexual.

Inducir al suicidio: ejercer influencia sobre una persona para conseguir que esta intente o cometa suicidio.
Instrumentalizar en conflictos entre las figuras parentales: implica la utilización activa de la niña, niño o adolescente por parte de los(as) progenitores(as) para generar afectación a la otra parte y/o alejarle definitivamente de la otra figura parental. Incluye también los casos en que la utilización se produce únicamente por parte de una de las figuras parentales. Esta situación perturba la capacidad y disposición de la niña, niño o adolescente para establecer o mantener una relación cercana y positiva con una o ambas figuras parentales. Esto ocasiona que las niñas, niños y adolescentes se encuentren inmersos(as) en los conflictos de los(as) adultos(as), tomando parte en ellos, pasando a integrar alguno de los bloques enfrentados y reproduciendo las disputas que se suscitan entre los(as) adultos(as). En estos casos se produce, por parte de ambos(as) progenitores(as), una constelación de comportamientos que provocan una alteración de las relaciones entre ellos(as) y las(os) niñas, niños y adolescentes.

Erróneamente se considera que esta forma de violencia genera menos repercusiones que otro tipo de violencias ya que Incluye mecanismos simbólicos para ejercerla y su reconocimiento se dificulta cuando coexisten otras formas de violencias. Dado que, surge a partir de actos no accidentales, que pueden ser verbales o simbólicos realizados por padres, madres y/o personas cuidadoras; los cuales provocan o generan una probabilidad razonable de causar afectaciones en la salud mental. A continuación, enumeramos los síntomas más comunes para identificar las consecuencias de padecer este tipo de violencia.

Indicadores psicológicos o emocionales

  • Autolesiones, como por ejemplo, a través del cutting[1].
  • Indicios de ansiedad, depresión, preocupación excesiva.
  • Signos de trastornos del estado del ánimo. Dificultades en la comunicación.
  • Comportamiento agresivo.
  • Autoesquemas distorsionados (autoestima, autoconcepto, autoimagen, autoeficacia)
  • Ideación suicida.
  • Fugas de casa.
  • Dificultad con el control de esfínteres.
  • Trastornos de alimentación.
  • Trastornos del sueño.
  • Adoptar comportamiento propio del rol adulto (hacer el papel de padre o madre con otros niños o niñas o adolescentes).
  • Adoptar comportamientos infantilizados (chuparse el pulgar, mecerse constantemente) los cuales no corresponden con el curso de vida.
  • Bajo rendimiento escolar, retrasos frecuentes o inasistencia a clases, agresividad, rebeldía, desorganización, timidez, escasa comunicación y descuido en la apariencia.
  • Retrasos del crecimiento y del desarrollo.
  • Afecciones en salud con indicios de somatización
  • Consumo de sustancias psicoactivas y/o alcohol.
  • Conducta agresiva excesiva

Referencia:
Sistema Integrado de Información sobre Violencias de Género. Marco normativo, conceptual y operativo. Colombia, 2016.